Seguro que tienes una cerca y la has usado hace poco para llevar algún tipo de documento como presentaciones o imágenes. Nos referimos a la primera memoria USB. Esos pequeños objetos han dado un giro de 180º a la manera en que transportamos los archivos digitales. ¿Alguien recuerda ya los CD-ROM? ¿O los disquetes de 3,5 pulgadas? Estos últimos eran muy populares en los 80 y los 90 cuando la informática despegó, pero ahora han quedado como reliquias del pasado.
Como otros inventos importantes de la historia (por ejemplo, la radio o la bombilla), tiene una autoría un tanto disputada. La patente de las memorias USB está registrada a nombre de tres empleados de la empresa israelí M-Systems: Amir Ban, Dov Moran y Oron Ogdan. Se presentó en abril de 1999 y no tenía la forma que tenemos hoy todos en mente, sino que la memoria se conectaba al ordenador a través de un cable, una especie de mini disco duro externo.
La primera memoria USB, una paternidad disputada
Pero pronto aparecieron otros candidatos a “padre de la memoria USB”. El malasio Pua Khein-Seng ha reclamado durante años este título. Hace veinte años presentó una unidad de memoria flash con un chip interno, al que denominaron pen drive. Un tercer candidato es Shimon Shmueli, empleado de IBM. Esta compañía también se asoció con M-Systems. Ambas crearon uno de los primeros USBs en llegar a las tiendas, DiskOnKey. Fueron los primeros, pero no los pioneros.
Al contrario del creador, sí que está claro cuál fue la primera memoria USB que se comercializó: la ThumbDrive. La empresa responsable de aquel hito fue Singapur Trek 2000 International. Era el año 2000, con un almacenamiento de 8 MB y un coste de unos 30 dólares. Poco después, apareció la citada memoria de IBM con una versión con la misma capacidad y otra de 32 MB que valía unos 100 dólares (la tecnología cuando aparece siempre es cara, algo que saben muy bien los early adopters).
Tanto ThumbDrive como DiskOnKey ya tenían el aspecto que hoy en día todos asociamos a un pendrive. A partir de ese momento, otras marcas comenzaron a fabricar sus propios dispositivos USB.
Las ventajas del primer USB vs los sistemas más antiguos
Su facilidad de uso, ya que se conectaba y estaba listo para utilizarlo, supuso una auténtica revolución para la época, aunque hoy nos parezca lo más normal del mundo. También es curioso el destino de estas compañías que protagonizaron el nacimiento de las memorias USB. Trek Technology nunca se expandió más allá del mercado asiático, M-Systems ahora forma parte de SanDisk e IBM ya no comercializa este tipo de productos.
Pero su legado sigue ya que pronto se vio las ventajas de las nuevas memorias. Los antiguos dispositivos de almacenamiento eran especialmente vulnerables a elementos externos. Por ejemplo, la información de los disquetes peligraba si el dispositivo se sometía a interferencias electromagnéticas o había que ser muy cuidadoso con los CDs porque se rayaban con facilidad.
Y ahora… memorias muy personalizables
Los primeros USB podían almacenar los mencionados 8 MB. Hoy no tendríamos ni por donde empezar con esa capacidad, pero entonces suponía cuadruplicar (y más) los 1,44 MB de memoria que tenían los disquetes. Además, piensa en los pen drives que encuentras ahora en las tiendas: con capacidades cercanas a 1 TB. Recuerda que en un post anterior te explicamos cómo saber la auténtica cantidad de memoria que estás comprando.
En cualquier caso, ahora estos dispositivos son casi indispensables para transportar datos de un ordenador a otro, salvo que seas un usuario muy activo de la nube. Aunque las memorias USB te dan la ventaja de no tener que ir conectándote a los servicios cloud en diversos dispositivos, con la ventaja para tu seguridad digital que eso supone.
Esta utilidad de las memorias USB las convierte en un regalo corporativo perfecto. Además ofrecen grandes posibilidades para personalizarse. Por ejemplo, se puede incluir el logo para las personas tengan bien presente quién les ha hecho el obsequio. Lo más habitual es escoger un modelo de plástico o de metal, pero se puede ir un poco más allá y optar por opciones realmente originales: ¿qué te parece un pendrive de madera? Una última opción es elegir que tenga doble utilidad, como por ejemplo un bolígrafo que también sea USB. En definitiva, una buena manera de extender nuestra imagen de marca.